Publicado: 04/11/20
Categoría: Artículos

Es indudable que los deportes electrónicos han pegado un boom recientemente. El Covid ha virtualizado y digitalizado más si cabe un mundo que era muy diferente al que tenemos ahora.

Los clubes de fútbol se han tenido que adaptar a esta situación, y en su afán por generar contenido, conversación y captar a una audiencia joven -que dentro de unos años tendrá poder económico- son muchos los que han decidido probar en el sector de los eSports.

Algunos ya contaban con sus propios equipos, pero el coronavirus ha acelerado el proceso. Ya son 40 de 42 los conjuntos de Primera y Segunda División que poseen una plaza en la eLaLiga Santander, la competición nacional de FIFA.

Pero no sólo de fútbol virtual pueden vivir los clubes. Si bien es cierto que con el deporte rey se encuentran como pez en el agua, diversificar la oferta puede ampliar un target que ya de por sí se interesa por el balompié en todas sus formas. Son multitud los casos de conexión entre fútbol físico y virtual, como el nuevo club de FIFA del Kun Agüero o la más que reciente creación de Osasuna eSports, último equipo de LaLiga en hacer debutar su sección 2.0.

Por otro lado están las escuadras que exploran todo tipo de títulos. El PSG ha renovado esta misma semana su acuerdo con Supercell, creadores de Brawl Stars y Clash Royale; el FC Barcelona cuenta con su sección de Rocket League y el Wolverhampton Wanderers ha participado en eventos como las 24 horas de Le Mans virtuales.

Esto puede parecer una ventaja, pero los clubes deben ir con cautela. No se pueden desvincular radicalmente del balón, puesto que se puede desligar la imagen de marca de su verdadero origen, el terreno de juego físico. A su vez, participar en competiciones de videojuegos violentos puede perjudicar a unas instituciones que abogan por el fair-play y el respeto al rival. La parte del pastel es jugosa, ya que Call of Duty o Raimbow Six son altamente populares entre los gamers, pero matar a personas de forma virtual bajo el escudo de un club puede no ser lo más ético del mundo.

El futuro es claro, la expansión virtual continuará indiscutiblemente. La duda que nos plantea el horizonte es, a estas alturas, ¿Merece más la pena crear desde cero una sección de eSports o comprar una institución asentada en el panorama cuyo valor no para de crecer mes a mes?