Suena ‘Blood Brothers’ de Papa Roach. Pegas una patada al suelo y coges impulso. Bajas la rampa de entrada, subes a lo alto del halfpipe, grind en la barandilla y consigues la primera letra S. Si estás leyendo esto y te has imaginado la escena perfectamente en tu cabeza, y esas imágenes te traen gratos recuerdos, enhorabuena. Este artículo es para ti.
En septiembre de 2020 se cumplen 20 años del lanzamiento del Tony Hawk Pro Skater 2. Para toda una generación este juego es, posiblemente, el hito de la cultura pop que mejor representa el cambio de milenio y todo lo que ello supuso. La entrada en el euro, dejando atrás las pesetas, vino acompañada de este videojuego que terminó de solidificar lo que la primera entrega inició un año antes: la querencia de miles de chavales por el rap, el skate, la moda urbana y todo lo que se podría englobar bajo el paraguas de la cultura joven.
Pero vayamos un paso atrás. Pues antes que un fenómeno cultural, THPS2 es, ante todo, uno de los mejores juegos desde el 2000. No por casualidad cuenta con un 98/100 en Metacritic. La continuación de esta saga recogió todo lo que funcionó en la primera entrega, lo adoptó como propio y lo mejoró con añadidos que convierten este simulador de skate en una obra casi perfecta. O por lo menos muy disfrutable.
El juego, una vez cargado, nos recibía con la cabecera de Neversoft (en la que las letras iban cayendo cerca de un ojo con vida propia que acaba empalado), para a continuación dar paso a una de las intros más épicas: con la música de ‘Guerrilla Radio’ de Rage Against The Machine de fondo, imágenes reales de los nombres de pros se sucedían, en una especie de tape de skate que ya te engorilaba para enfrentarte a lo que vendría a continuación.
THPS2 contaba con cuatro modos principales de juego: Carrera, Single Session, Free Skate y 2 Players, siendo el primero de ellos el que más peso contaba. En Carrera debíamos decidirnos por uno de entre los trece skaters disponibles. Cada personaje contaba con estadísticas diferentes (que iban desde la capacidad para hacer manuals, para girar, caer trucos o altura del ollie), estilos seleccionables, tablas propias y trucos diferentes, siendo estos dos últimos elementos que podían adquirirse con dinero del juego (hace 20 años abrir sobres o pagar por DLCs no era la tónica precisamente).
Y es que conseguir cash era el objetivo principal del modo Carrera. Cada nivel contaba con una lista de diez objetivos por escenario, que iban desde superar una puntuación -cada truco otorgaba puntos- hasta coleccionar objetos (cintas de vídeo, letras para formar la palabra Skate) u otro tipo de acciones, como planchar determinados trucos en puntos específicos del mapa.
Precisamente ésa era una de las principales bazas de este Tony Hawk. La jugabilidad. Hablamos de un juego tremendamente divertido, con una curva de aprendizaje balanceada en la que según avanzaba el desarrollo el límite lo ponía, simplemente, la habilidad del jugador. Las mecánicas en lo relativo a manuals (novedad en esta edición y que supuso un tremendísimo avance ya que permitía continuar las líneas de trucos y así aumentar la jugabilidad) y grinds, así como a todo lo relativo las físicas. A esto se sumaba la posibilidad de comprar nuevos trucos o personalizarlo, lo que apoyaba esta experiencia de juego. La configuración de los mapas, en combinación con el límite de dos minutos por ronda del modo carrera, hacían del formato algo ágil, dinámico y que enganchaba al jugador (como curiosidad, el récord Guiness de puntuación en Hangar, uno de los niveles más míticos, se sitúa por encima de los 30 millones de puntos).
Aunque desconocidos para todos aquellos jugadores que venían de fuera del mundo del patín, los trece skaters disponibles se acabaron convirtiendo para toda una generación en ídolos comunes, situándose a la misma altura que estrellas de cualquier otro deporte. Rodney Mullen, Bob Burnquist, Chad Muska, Eric Koston, Elissa Stemer (que fue la única mujer disponible en el juego hasta el Tony Hawk’s Project 8) saltaron al imaginario colectivo, a los que se sumaban caracteres especiales como Spiderman o el policía Officer Dick.
La personalización fue, precisamente, otro de los aspectos más destacados de este Tony Hawk. Personalización que venía dada, en primer lugar, por la posibilidad de comprar nuevas tablas. El juego ofrecía a los usuarios hasta 148 modelos que correspondían a los pro-models en la vida real o a modelos de tablas de la marca que los esponsorizaban. Además del componente de coleccionista, también supuso la entrada en el radar de toda una generación de marcas de skate que hasta entonces no se veían con asiduidad en España. No termina aquí la posibilidad del usuario de customizar su experiencia, pues este THPS2 también incluía el editor de skatepark. Lo que hoy puede parecer algo habitual, hace 20 años no lo era tanto, convirtiendo a este juego en innovador en lo relativo a esto.
Pero quizás uno de los aspectos más relevantes de este Tony Hawk Pro Skater 2 fue su banda sonora. Asomarse a ella con 20 años de perspectiva nos puede dar la impresión, hoy en día, de una obra común o poco revolucionaria. Pero, en su momento, supuso la guinda perfecta al videojuego. La elección musical se sustentaba en la propia esencia del skate, con una combinación de temas de hip-hop y punk rock, así como géneros parejos, que apoyaban la experiencia de usuario para traspasar la pared formada por el televisor. Sin duda, la mejor palabra para definir lo que supuso la música para este THPS2 es engorilada.
Aunque la cinta contó con multitud de ports a todo tipo de plataformas (PC, GameBoy Advance, Dreamcast…), el hecho de su presencia en PlayStation ayudó también a solidificar su categoría de leyenda. La facilidad de piratear juegos de esta consola, unido al hecho de la gran penetración de la conocida popularmente como laplei –no es una exageración decir que posiblemente había casi una PSX por hogar– hizo que toda una generación pudiese disfrutar fácilmente de este juego.
Apenas un año después salía al mercado el tercer miembro de este linaje, bautizado en un alarde de originalidad como Tony Hawk Pro Skater 3. Pero no nos engañemos por lo fácil del nombre, aquí no estamos ante un caso ‘El Padrino 3’. Y es que basándose en la misma fórmula que sus hermanos pequeños, el THPS3 es para muchos el mejor juego de la saga y el mejor simulador de skate hasta el momento. Para otros, ese honor recae en Electronic Arts y su ‘Skate’, especialmente en el Skate 3. Pero en este caso, la cosa va de ‘doses’. Y sin duda, veinte años después de su lanzamiento, el Tony Hawk Pro Skater 2 siempre será el ‘uno’ para toda una generación.